Estoy cansado de escuchar en todos lados gritos de
protesta por el maltrato animal en las granjas, de que debemos dejar de
comer carne para que aprendan esos desgraciados desalmados, malditos que
sólo matan y torturan por placer a tiernos animalitos. He escuchado y
he refutado a todos los que dicen que el ser humano es vegetariano,
vegano, e incluso a aquellos que dicen que sólo debemos alimentarnos del
amor que nos manda el sol.
Somos omnívoros, muestra de ello es que podemos procesar casi todo lo que entra nuestra boca, porque si no pudiéramos, saldría tal cual entra, por ejemplo, monedas, canicas, fichas de plástico, e incluso (¡oh, no puede ser!) la cubierta de los granos de maíz. ¿No se han fijado en sus heces los vegetarianos?, quizá la respuesta les aterre, si no masticamos bien esa fina cubierta, no la digerimos, así que realmente me debo preguntar, ¿qué tan vegetarianos al 100% son los humanos que no pueden con una simple película de maíz? No debemos seguir la alimentación de los que vienen de la estrella Vega porque somos terrícolas (adiós veganos), y el sol no da amor, es un reactor nuclear (este era obvio).
Y así como he refutado fácilmente sobre la alimentación humana, es mi deber como filósofo poner en cuestión el otro lado del espejo de una revelación que a muchos ha conmocionado: El maltrato animal en las granjas.
Bien, es cierto, nadie puede negarlo; pero ¿por qué pasa esto? ¿Son en realidad seres insensibles llenos de odio y maldad que le vendieron su alma a Satanás para hacer daño al más puro e inocente ser vivo? No. Tiene que hacerlo porque tú tragas como troglodita. Te atascas de comida como si fuera tu obligación reventar tu estómago mínimo cuatro veces al día. Es tu culpa por ser un inculto idiota que cree que debe tener hijos a lo pendejo porque eso agrada a Dios. Es tu culpa el criar hijos babosos que tiran la comida. Es tu culpa por ser un imbécil que no puede hacer una agenda y comer las cosas en tiempo, y tienes que tirar la comida porque ya caducó.
Esta es la asquerosa realidad. Las personas de las granjas tienen que alimentar a más de 6 mil millones de hocicos. Y la solución no es comer sólo vegetales, porque el hecho de que no se oigan sus gritos con nuestros oídos físicos, no significa que el planeta no sufra por el sobrecultivo. Y no me salgan con cultivos orgánicos, porque de ese modo no alcanza la comida.
Mejor, para hacer algo a favor del planeta y de la vida en él, eduquemos a nuestros hijos para que coman bien, no desperdicien comida, no tiren comida buena, no coman como cerdos, y tenemos un único hijo; pero lo más importante, es el ejemplo. Edúcate tú para que tus hijos aprendan con tus acciones.
Si no quieres tener hijos, por mis genes, mejor; pero no es necesaria una castración mundial. Es simple matemática: Si tenemos 16 parejas, y cada una tiene un hijo, la siguiente generación será de 8, la siguiente de 4, la siguiente de 2, la siguiente de 1. Claro, no hay que llegar a eso, hay que buscar un equilibrio; pero mientras eso sucede, que será lento, lo mejor que podemos hacer es educar. Educación, educación, educación. Esa es la clave para todo.
O también podemos declarar una guerra mundial (de verdad, no sólo en Europa, algo así como la copa del mundo de la guerra. China vs India, Rusia vs Gringolandia, Alemania vs Reino Unido, España vs Portugal, Italia vs Francia, Brasil vs Argentina, Chile contra el resto del mundo, que son bien peleoneros, y así lo demás).
Como gusten, ahí tienen las opciones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario