Luna llegó al panteón de Mezquitán a las 5:45 pm. Entró
muy sigilosa asegurándose de que nadie la viera entrar. Se acordó verse con Demian
a las 6:30 en el mausoleo de La familia Flores, por mientras, se escondió en la
colonia Alemana, se recostó entre las tumbas y esperó a que terminaran de dar
su rondín los vigilantes del cementerio. No se podía arriesgar a que la
atraparan. 3 minutos antes de las 6:30 salió del escondite, se sacudió la
tierra de la ropa y caminó hacia el imponente mausoleo de los Flores, ahí a la
puerta estaba ya Demian esperándola con una sonrisa que le erizó la piel.
-Luces Hermosa Luna -dijo Demian en voz baja, observando
de arriba abajo a su novia, que iba vestida de falda larga y corset de
terciopelo negro, botas mineras de charol y una hermosa gargantilla de piedras
moradas, que resaltaba hermosamente con su piel morena y larga cabellera.
-¿Qué tanto me miras? ¡Abre eso que si no, nos pillarán!
-dijo Luna, señalándole las puertas del sótano hacia las criptas del mausoleo.
Demian se agachó y jaló con fuerza de los aros metálicos de
las puertas haciendo un gran escándalo.
-¡Diablos, están atascados! -exclamó Demian limpiándose
el sudor de la frente, mientras volteaba asustado a los alrededores para
verificar que nadie se avecinara. Volvió a dar otro tirón hasta que por fin se
abrieron las puertas. Luna fue la primera en bajar las escaleras llenas de
escombro, tras ella Demian bajó y cerró las puertas dejando un trozo de madera
entre ellas, para que no fueran a quedar atrapados.
El olor a humedad era intenso y todo aquello estaba lleno
de polvo, vidrios rotos, telarañas; al centro de las criptas se encontraba un
pequeño altar, que era usado para colocar el féretro mientras se ofrecía una
ceremonia religiosa.
-¡Mira! He encontrado un hueso -dijo Demian, levantándolo
y escondiéndolo inmediatamente detrás de su espalda.
-Déjame verlo -dijo Luna.
-Dame un beso y te lo muestro -dijo Demian, a lo que se
acercó Luna y lo besó en los labios.
-Ahora, muéstramelo pues -dijo Luna con una voz muy
seductora, y Demian se bajó el cierre del pantalón dispuesto a sacar su
miembro.
-¡No! ¡Eso no! Que me muestres el hueso, no tu pene,
depravado -dijo Luna riendo.
-De todos modos te voy a mostrar los dos -dijo Demian
estrechando a Luna entre sus brazos y besándola apasionadamente. Luna se dio
cuenta de la erección de Demian y se excitó tanto que empezó a sentir cómo se
humedecía su vagina y palpitaba su clítoris; Demian empezó a desanudar su
corset hasta poder bajarlo para descubrir sólo sus pechos para probarlos y
morder sus pezones. Luna se volvía Loca y le enterraba las uñas en la espalda. Le
mordía el cuello, hasta que Demian no pudo más, puso de espaldas a Luna y la
inclinó sobre el altar, le levanto la falda y le bajó los calzones, se
desabrochó rápidamente el fajo, se bajó el pantalón y sacó su miembro para
rosar la vagina toda mojada de Luna. Una vez que su glande estuvo bien
colocado, le dio una fuerte metida que a Luna se le escapo un gemido. Excitó
tanto a Demian que la envistió con más fuerza. El choque de la pelvis con las
nalgas de Luna, hacía un fuerte eco en las criptas. Demian tuvo que bajar la
intensidad de sus envestidas para evitar que los descubrieran. A punto de
eyacular, retiró su pene, tomó del cabello a Luna, la hincó en el suelo, puso
el pene en sus labios y eyaculó en su boca.
-¡Qué hermosa te ves, con tu boca escurriendo semen! -dijo
Demian riendo.
-¡Sabe horrible esto! -dijo Luna limpiándose la boca con
la mano.
-Pero te gustó, ¿o no?
- ¿Y el hueso que me ibas a mostrar?
-En el suelo -señaló Demian.
-Qué hermoso es, ¿será del viejo Don Jesús Flores?
-Sepa… es hora de irnos amada mía -dijo Demian con voz fatigada.
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