Tecleo las letras
y no logro
concretar palabra
alguna;
esta soledad inmensa
y un ligero vacío
recorre mi espalda
generando
un terrible escalofrío,
y el deseo de morir
cada vez es mayor,
mi tendencia suicida
me invita cada vez más
a brincar por la ventana,
y sé que sólo es un metro
hasta el suelo,
y la caída
se ve muy pronunciada
a pesar de ello.
Muere, muere,
el alma podrida,
y maldigo cada instante
a pesar de haberlo vivido inmensamente,
descanso en mi tumba de ceniza
y las flores marchitas
florecen en la maceta
del licor.
Nadie visita
ya el cementerio,
y la cripta
está cada vez más derruida,
y cada vez más perdida
en el olvido del recuerdo.
Óscar Olivares
No hay comentarios.:
Publicar un comentario