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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Panteón de Mezquitán

Hace algunos años yo era asidua visitante del panteón de Mezquitán, disfrutaba bastante la tranquilidad que el recinto transmitía, el canto de las aves, el susurrar del viento, ese característico olor a flores marchitas y humedad, el perfume de la desolación…


Caminar entre las tumbas mirando epitafios, historias tristes, y darse cuenta cuan frágil es la vida, cuanto dolor y sufrimiento causa una partida al más allá.

El panteón de Mezquitán tiene sus divisiones de clases sociales y religiosas. Están la colonia Alemana y la colonia Francesa. También podemos ver cruces, estrellas de David, cruces celtas, monumentos paganos, etc. 

Encontramos la sepultura más pobre y olvidada, y nos topamos un majestuoso mausoleo de arquitectura caprichosa, como lo es el de la familia Flores, que se impone soberbio y en el cual no se escatimaron gastos.

A mí me encantaba recolectar toda clase de cachivaches de los cementerios, aunque después era reprendida por mi madre. Ella alegaba que sólo traía malas energías a la casa, en mi pepena de tesoros traía piedras, huesitos, cristales de ventanas quebradas por el tiempo, cosillas pues, inofensivas; pero había cosas que no me atrevía ni a tocar, brujerías de todo tipo, morralitos rojos, fotos amarradas, aves degolladas, velas negras, ropa amarrada con listones rojos o negros. En una ocasión, en el mausoleo de la familia Flores, encontré dos frascos, en cada uno metieron un gallo, tal vez vivo, con chiles de árbol y otros objetos que no recuerdo. Me daba tristeza ver cómo un animal era víctima de la perversidad humana, que no sólo se le quitaba la vida a un inocente gallo, si no que la finalidad era dañar a una persona.

Era muy usual encontrar este tipo de brujería dentro de de las fosas que estaban colapsadas. Yo era más inocente, solía escribir en un papelito un deseo y meterlo en unas pequeñas puertitas que tienen algunas tumbas, esperaba que los muertos intercedieran por mi desde el más allá. A las orillas encontraba algunos restos humanos, féretros carcomidos por los años, eran de aquellos que habían sido olvidados por sus familiares.

El panteón de Mezquitán fue puesto en función el 2 de noviembre de 1896. Ciento diecisiete años de historia, ciento diecisiete años de agonía que se pueden sentir con sólo caminar por sus andadores.

El panteón de Mezquitán se encuentra en la ciudad de Guadalajara en la avenida Federalismo, entre las calles de José María Vigil y Avenida de los Maestros. Es un lugar lleno de misticismo, que debes de visitar ya sea vivo o muerto.

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