Cuando Ogden vuelve a entrar a la habitación de Carnby, éste observa que no hace mucho que en la habitación se llevó a cabo un ritual. Al caer la noche se escucha un extraño caminar tras el rellano, el ruido se fue acercando, seguido de un roce apagado de arrastrar algo; luego más ruidos como titubeos y carreritas de las más diversas cualidades, como si un ejército de ratas tirara de alguna carroña. Al escuchar todo esto, Carnby, al borde de la histeria, asegura que son las ratas que abundan en la casa, cuando se escucha un leve toquido en la parte baja de la puerta, y un ruido sordo y palpitante se escucha en el armario que estaba en el fondo de la habitación. La duda y la tensión en ese momento se hicieron insufribles. Ogden abre la puerta, y es cuando descubre el origen de los golpes. Al mirar a sus pies descubre una mano humana cortada por la muñeca, una mano huesuda, azulenca como la de un cadáver de una semana, con tierra vegetal en los dedos y bajo las uñas largas. El miembro se movía hacia dirección de Carnby, cuando más miembros empezaron a aparecer en el umbral de la puerta, como un pie y un antebrazo. Ante este espectáculo, Ogden cierra la puerta y exclama en gritos qué es lo que acaba de pasar, y es aquí cuando Carnby da su confesión final entre tartamudeos, medio incoherente, haciendo muecas y muchas interrupciones y pausas:
“Es más fuerte que yo... Incluso muerto, incluso con el cuerpo desmembrado por el bisturí y serrucho de cirujano que he utilizado. Yo creía que no podía regresar después de eso... Después de haberle enterrado a trozos en una docena de lugares diferentes; pero el Necronomicón tiene razón... y Helman Carnby lo sabía. Me lo advirtió antes de matarle, me dijo que podía volver, aun en esas condiciones...
Pero no le creí. Odiaba a Helman y él me odiaba a mí también. Él había alcanzado un poder y un conocimiento superiores, y los Obscuros le protegían más que a mí. Por eso maté a mi hermano gemelo, hermano además en el culto a Satanás y de Aquellos que existían aun antes que Satanás. Habíamos estudiado juntos durante muchos años. Habíamos celebrado misas negras juntos y éramos asistidos por los mismos demonios familiares. Pero Helman Carnby había ahondado en lo oculto, en lo prohibido, hasta unos niveles que me es imposible seguir. Le temía, y llegó un momento en que no pude soportar más su superioridad… Hace más de una semana… hace 10 días cometí el crimen. Pero Helman, o alguna parte de él, ha regresado noche tras noche.. ¡Dios! ¡Sus malditas manos se arrastran por el suelo! ¡Sus pies, sus brazos, los trozos de sus piernas, suben de algún modo abominable las escaleras para perseguirme!... ¡Cristo! Su torso espantoso sanguinolento, yace a la espera. Se lo aseguro, sus manos han venido incluso de día a llamar a tantear a mi puerta…. Y hasta he tropezado con sus brazos en la oscuridad..."
Ante esta revelación del histérico y loco de John Carnby, Ogden inmediatamente va por sus cosas, cuando recibe la súplica lastimera de Carnby de que no le abandone. Al salir Ogden, Carnby se encierra en su habitación. Ogden, sin prestar atención, recoge sus cosas, y justo antes de que emprenda la retirada, escucha unos pasos lentos sobre las escaleras que se dirigen a la habitación de Carnby. A continuación, se escucha un estrépito espantoso de madera destrozada y más fuerte aún, el penetrante alarido de un hombre en el más extremo grado de terror.
Después de eso, un silencio sepulcral invade la casa. Ogden se dirige hacia la habitación de su patrón cuando éste siente la presencia y la voluntad sobrehumana con un poder demoniaco y maligno hipnotismo. La puerta del estudio quedó hundida y colgando de una bisagra. Al entrar en la habitación estaba la horrenda silueta de una forma monstruosa e inmóvil que se proyectaba fuera de ella, en el suelo. El macabro espectáculo mostraba un torso desnudo e inclinado hacia adelante con una sierra de cirujano en la mano, la monstruosidad de la sombra consistía en ser un cuerpo con vida pero sin cabeza. En el armario que estaba en el fondo de la habitación se escuchó un golpe estrepitoso de madera astillada, y el seco golpeteo de un objeto desconocido tocando el suelo… Al entrar por completo en la habitación encuentra el siguiente macabro espectáculo: Un doble montón de trozos humanos; unos frescos y sanguinolentos, otros ya azules y putrefactos y manchados de tierra, en horrenda confusión sobre la alfombra, del montón sobresalían una sierra de cirujano y una bisturí enrojecidos y cerca, entre al alfombra y el armario abierto con la puerta destrozada, yacía una cabeza humana de cara a los restos y en postura erecta, en el mismo estado de putrefacción incipiente que el cuerpo al que pertenecía; pero Ogden jura haber visto desaparecer una mueca de gozo de esa cabeza cercenada.
La presencia malvada que tomó la habitación esa noche desaparece, dejando que Ogden salga apresuradamente hacia la calle.
Es por tanto amigos que el relato el retorno del brujo es uno de los mejores relatos que pueden leer sobre los cuentos de los mitos de Chuthulhu, escrito por Clark Ashton Smith poeta, escultor, pintor y escritor de cuentos de fantasía, terror y ciencia ficción, nacido en Long Valley California en el año de 1893, famoso por sus cuentos y a su amistad con Lovecraft entre 1922 y 1937, fue participe en los Mitos de Cthulhu y colaborador importante para la revista de género “pulp Weird Tales”.
Obra de Clark Ashton Smith. Aporte de Abshalom Benítez Aguilar
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