-Tú que eres antes que la luz, eres a
pesar de la luz, y persistes después de la luz, dime, pues has de tener
sabiduría eterna e infinita, dime... ¿quiénes son tus amigos que te acompañan?
-El delgado se llama Lucio, y el de espalda ancha se llama Arístocles. Quizá los ubiques mejor si te digo que el delgado se apellida Séneca, y al otro le solían llamar Platón, por su espalda ancha; pero tú no venías a preguntarme eso.
-De hecho, venía a preguntarte sobre la amistad. Mejor regreso luego que estés menos ocupado.
(Platón): Quédate con nosotros. Yo te explicaré el significado de la amistad.
-¿Y cuál es?
(Platón): Tener un beneficio. Las personas sólo se juntan entre sí cuando hay una necesidad para satisfacer. Las buenas relaciones se conservan mientras exista la necesidad, y cuando ya no existe, o ya no pueden satisfacer esa necesidad, se alejan.
(Séneca): Ya veo el motivo de mi presencia aquí, ¡oh, obscuridad! No puedo estar más en desacuerdo con el griego.
(Platón): ¡Por el can! ¿Vas a decirme, español, que no estás de acuerdo conmigo, después de que tuviste como amigos a esos monstruos de la historia?
-¿Séneca era español? Pensé que era romano.
(Séneca): Fui ciudadano de Roma; pero nací en la provincia de Hispania, actual España. Y no, Arístocles, no puedo afirmar que fui amigo de esas bestias, sólo traté de sobrevivir en una Roma corrompida por la soberbia. Traté de aconsejar a todos ellos, y todos ellos me ignoraron. Pero no lo hice por ellos, sino por Roma, mi pobre Roma que ya no existe.
(Platón): Ni mi Grecia tampoco.
(Séneca): Eso ya no nos debe preocupar, porque ya hemos pasado a otro plano. Te diré mi punto de vista sobre la amistad. Sólo un sabio puede ser un verdadero amigo. El sabio es aquel que tiene todo dentro de su dignidad, su propia moral y conocimientos lo han hecho tan fuerte y autosustentable, que él no necesita de nadie ni de nada para ser feliz, porque él emana felicidad. El sabio, entonces, esparcirá su felicidad a los demás. Irá a donde está el preso para consolarlo, irá con el enfermo para acompañarlo, irá con el pobre para ayudarlo, y no esperará nada a cambio más que el fruto de su buena obra.
-No entiendo, uno me dice que busque mi bienestar personal y otro que busque dar sin esperar nada a cambio, ¿qué debo hacer para entender la amistad? Obscuridad, ¿me puedes ayudar a decidir?
(Nueva persona): Yo te aconsejo que hagas uno y otro.
-Ah, mira, este italiano, es Nicolás, quizá lo ubiques por su apellido, Maquiavelo.
(Maquiavelo): Hay personas que no pueden ser tus amigos, porque sólo te serán parásitos. Hay otros que sí pueden serlo, porque como dijo Lucio, mutuamente se harán más felices y crecerán en todos los aspectos juntos. Me gustaría decirte que puedes rodearte sólo de amigos alcanzando la sabiduría; pero después de conocer a los Borgia y a los Médici, créeme que hay personas que merecen ser tratadas como dice Arístocles.
-Esto me complica más la respuesta, ¿qué debo hacer, cómo decidir?
-Ahora te respondo yo. Trata a todos como si fueran tus amigos, busca la sabiduría y ella misma, ya lo verás, te mostrará quiénes sí merecen tu amistad y quiénes no. No temas retirarle tu amistad a alguien, teme no retirársela a quien te parasita. Los amigos de verdad, bajo los términos de Lucio, son para siempre y nunca se separan, los amigos bajo los términos de Arístocles, muestran su verdadero rostro fácilmente. No es necesario que seas tan burocrático, que digas "¿quieres ser mi amigo?", o, "ya no seremos amigos a partir de tal hora". Las mismas esencias de las personas hacen que se separen y se unan, y cuando se unen, es un vínculo tan fuerte que el espacio y el tiempo está más allá de ellos. Amigos de verdad pueden dejar de verse por años, o vivir hasta el otro lado del mundo, y seguirán siendo tan amigos como el primer día. En cambio, los parásitos, ni estando en la misma habitación se hablan.
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