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miércoles, 15 de abril de 2015

El retorno del Brujo. Parte 1 de 2

El retorno del brujo es un cuento corto de veinticinco páginas escrito por Clark Ashton Smith, que trata sobre la narración de un personaje apellidado Ogden, el cual, en el relato tiene una profesión indeterminada; pero por el matiz del relato podemos deducir que es alguna clase de lingüista o traductor desempleado, en quiebra y en las últimas reservas de sus ahorros, recibe una jugosa oferta de trabajo por un obscuro personaje llamado John Carnby. El trabajo consiste en fungir como su secretario personal con la única condición de que hable árabe fluidamente, y estar disponible las 24 horas del día.

El personaje de Carnby es descrito como el típico intelectual solitario que vive en una solariega mansión que roza entre lo respetable y lo lúgubre, alejado de la ciudad y de todo contacto con la sociedad. Después de las formalidades pertinentes y de describir las funciones que tendrá que hacer Ogden, es cuando éste siente una vaga presencia de maldad en la casa, y recibe la noticia de que su patrón tiene un hermano; pero que este ha emprendido un largo viaje, motivo por el cual busca a un secretario que además de fungir con sus actividades, le hará compañía en su solariega mansión.

La primera noche que nuestro personaje consigue su trabajo es llevado al estudio de su nuevo patrón. El estudio es descrito como una madriguera de un brujo, ya que en este cuarto se encuentran arcaicos instrumentos, cartas astrológicas, cráneos y alambiques  y vasijas de cristal, incensarios y volúmenes encuadernados en piel carcomida con cierres manchados de verdín. En un rincón se encontraba el esqueleto de un simio y del otro lado un esqueleto humano; y del techo colgaba un cocodrilo disecado; en las estanterías de libros hay los volúmenes más obscuros sobre ciencias olvidadas y demonología, dando un contraste entre el medievalismo y satanismo. La explicación de John Carnby es que es un estudioso que se encarga de recopilar tradiciones y ritos de la brujería. Inmediatamente después, Carnby explica a Ogden sus tareas como su secretario, las cuales serán transcribir y ordenar sus notas y traducir pasajes de la versión árabe original del Necronomicón, ya que la versión latina de Olaus Wormius tiene errores y omisiones.
Cuando Ogden tiene el libro en sus manos, el libro emana de sus páginas el aroma de la degradación física, y describe como si el libro estuviese enterrado en algún cementerio olvidado y hubiese sido afectado por la corrupción. Es aquí cuando descifra el primer pasaje de la versión árabe a John Carnby:

“Es sabido verdaderamente por muy pocos; pero es un hecho comprobable, que la voluntad de un hechicero muerto tiene poder sobre su propio cuerpo, y levantarlo de la tumba”…

Al terminar de leer este párrafo, de pronto se escuchan diversos sonidos de golpes secos afuera de la habitación, la excusa que da Carnby es que hay ratas por toda la casa. Tras decir esto, nuestro protagonista traduce otro contenido más del Necronomicón, lo que resultó esta vez una rara fórmula mágica para exorcizar a los muertos, con un ritual que implicaba el uso de exóticos bálsamos de Arabia y el correcto recitado de al menos un centenar de gules y demonios.

Al salir de la habitación, y tras una larga discusión y traducción del Necronomicón, Ogden sale del cuarto donde anida una atmósfera de miedo y tensión sólo para encontrarse con una de las razones de los ruidos extraños que hay en la mansión. Al poder ver únicamente por un momento el origen de los sonidos, describe un cuerpo pálido y de dimensiones que no corresponden a las de un roedor como Carnby había asegurado, las piernas le temblaron violentamente ya que en la parte de más arriba de la casa se escucharon golpes extraños, como el rodar de un objeto y el caer de escalón en escalón. Los ruidos se repitieron en intervalos regulares hasta que de pronto cesaron y el silencio reinó en la casa. Al día siguiente, a las 10 de la mañana, nos encontramos con un John Carnby pálido y tembloroso, con evidencias de que no pudo descansar la noche anterior. Después de un desayuno lúgubre, Carnby se recluyó en su habitación hasta ya entrada la tarde, y en el trascurso del día se escucharon débiles y monótonas entonaciones de una voz solemne. 

Obra de Clark Ashton Smith. Aporte de Abshalom Benítez Aguilar

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